miércoles, 26 de setiembre de 2007

Que es Quebec ?


La respuesta a esta pregunta ha de ser sencilla: Quebec es una de las provincias de la Federación canadiense. ¿Pero es realmente una más? Con sus 2 millones de km2 (ocupa la superficie de: Espana, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y Portugal juntos, solamente la provincia no hablemos de Canada) y sus casi 8 millones de habitantes (sobre un total de 32 para todo Canadá), es la segunda provincia en importancia socioeconómica de la Federacion despues Ontario. Pero por sobre todo, la provincia francófona se define como un “problema” político, precisamente por eso, porque el 80% de sus habitantes hablan francés,(o algo parecido jeje) y pese a la estandarización planteada por el mundo globalizado, este dato define una diferencia cultural que les distingue del resto de los canadienses.

Esta diferencia cultural, acaba por afectar a otros aspectos de una sociedad que se siente “distinta”, tanto en lo económico como en lo legal y lo político: la mitad de los habitantes de Quebec planteó abiertamente sus deseos de continuar su historia fuera de Canadá en el referendum de 1995, y el propio gobierno provincial se declara en “rebeldía” al no aceptar la Constitución de 1982, si bien ésta se aplica de igual manera.En un Estado como el canadiense, que se declara oficialmente bilingüe desde 1969, la población francófona es inferior a un 25% del total, y lo que es peor, esta población se siente “agredida” fuera de Quebec: son muy pocos los anglófonos que, sin vivir en Quebec o trabajar en “servicios federales de atención al publico”, dominen el francés. Por contra, las necesidades laborales, el sistema educativo y aspectos no menos importantes como la colonización televisiva (y no sólo) del poderoso vecino de abajo, desembocan en el bilingüísmo de los francoquebequeses.
Desde el mismo momento de su derrota, los francófonos de Canadá supusieron un problema para las autoridades coloniales: Quebec era una sociedad ya madura, católica y feudal, muy distinta a la de los nuevos dominadores, protestantes y en proceso de “industrialización”. El miedo a la secesión de Quebec, por lo tanto, es previo a la propia existencia de Canadá, y el nuevo poder colonial buscó la alianza con la jerarquía católica (que vió garantizados sus privilegios desde 1775), para mantener la estabilidad social. Tras la independencia de los EEUU, el antiguo Quebec se dividió en dos: Canadá Este (para la mayoría francófona) y Canadá Oeste (para la minoría anglófona, que pasaba a ser mayoría en la nueva provincia). No obstante, la política colonial no pudo evitar la rebelión francófona de 1837 dirigida por Papineau, y en la que se declaró la “breve” República de Quebec, en 1838 (eso sí, desde el exilio). Para evitar nuevas rebeliones, tras la represión de los patriotes, en 1841 se reunifican las dos colonias en la Unión Canadiense, y en 1867 se proclamaba una Constitución confederal en la que a los dos canadás (ahora Quebec y Ontario) se les unen más colonias (Nueva Escocia y Nueva Brunswich) para crear el Dominio del Canadá, el primer Estado canadiense, parte del Imperio británico hasta 1931, y de la Commonwealth hasta hoy. Pero los distintos cambios constitucionales no escondieron las claras intenciones de “aculturar” Quebec en la nueva Confederación: pese a garantizar la catolicidad de Quebec, asi como una legislación civil distinta (la Coutumme de Paris), la agresión a lo francés fuera de Quebec fue continua en el nuevo Estado (que se declaraba anglófono). Esto reforzó un nacionalismo francófono de claro corte ultracatólico y anti-inglés: como dijo Tardivel, a principios del siglo XX, Quebec debía ser el “fortín” franco-católico de América. En este contexto, la total imposición del Capitalismo en Canadá, estaba desarticulando la tradicional sociedad de Quebec, agrícola y feudal, protegida por la iglesia, y que veía como la nueva industrialización se hacía en inglés.

Con las elecciones de 1960, ganadas por los liberales de J. Lesage, se inicia la Revolution Tranquille. Sin ser nacionalista, aunque contando con “jovenes nacionalistas” en su equipo, Lesage creó el embrion del actual gobierno provincial quebequés: nacionalizó la energía; construyó de cero un sistema educativo, laico, en francés; ayudó a la creación de una nueva clase media francófona que desde sus orígenes se unía al gobierno provincial, etc. En sus seis años de gobierno, Quebec cambió: la diferencia salarial entre anglófonos y francofonos comenzó a reducirse, al tiempo que se incrementó el peso económico de la burguesía francofona, y munerosos programas de asistencia social fueron puestos en marcha.
En 1966, la Union Nacional volvia a ganar las elecciones con el lema de “igualdad o independencia”.Pero cada vez que se ha movido el nacionalismo quebequés, lo ha hecho el Gobierno de Ottawa. En medio de la Revolución Tranquila, otra revolución estaba en marcha... Desde el Gobierno central, se inició una campaña de “construcción” de un nacionalismo procanadiense, anglófono, y autodefinido como “multiculturalista”, que en el fondo suponía un nuevo impulso centralizador en la política canadiense. La radicalización del nacionalismo canadiense, a su vez, empujó a la radicalización del nacionalismo quebecois. Desde 1963, el Frente de Liberación de Quebec (FLQ) inició una campaña de violencia política, mientras desde 1968, un ex-ministro de Lesage, R. Lévesque lideraba el recién fundado Partit Québécois (PQ), centro del nuevo movimiento soberanista. Las tensiones acumuladas desembocaron en la crisis de octubre de 1970: tras el secuestro de el diplomático inglés y del ministro de trabajo de Canadá por parte del FLQ, el Gobierno de Ottawa declaraba el estado de sitio en Quebec y arrestaba indiscriminadamente a militantes nacionalistas y sindicales, sin solucionar la crisis. Con esta crisis se inicia una nueva lucha social del quebequismo, que consigue ganar las elecciones provinciales de 1976, con un programa socialdemócrata y en el que se prometía una ley lingüística y un
referendum de independencia.

El Pueblo de Asterix, rodeado de 320 millones de angloparlantes




No obstante, en su primer mandato (1977-81), el PQ cumplió gran parte de sus promesas: en 1977 la Ley 101 de Quebec, declaraba el francés idioma oficial; en 1978.
El referendum de 1980 supuso un momento de inflexión, segun muchos analistas, un momento de derrota del quebequismo. El “oui” obtuvo un 40% de los votos, frente al 60% de “non”. Parte de este resultado se explica no tanto por la debilidad del PQ (que en 1981 renovó su mayoria parlamentaria), como a la promesa del Premier canadiense, Trudeau, de reformar la Constitución para incluir las reivindicaciones quebequesas.La Constitución se “repatrió” de Londres en 1982, pero unilateralmente, e incorporándole una carta de derechos que declaraba inconstitucional parte de la legislación del PQ entre 1976 y 1982. Quebec, no firmó la aceptación de la nueva Federación canadiense, y a día de hoy sigue sin hacerlo (ni los federalistas liberales, que gobernaron entre 1986 y 1994, se atrevieron a ese “suicidio político”), por presiones de la sociedad civil. Desde 1982, la crisis constitucional es permanente en Canadá, y cada intento de solucionarla ha terminado en fracaso. El acuerdo firmado en 1987 en el Lago Meech, por ejemplo, que reconocía la naturaleza dual de la sociedad canadiense (francófona y anglófona), fue rechazado por un diputado indigena de Manitoba (su único voto en contra, rompió la unanimidad necesaria para aprobar la reforma en aquel Parlamento), aduciendo que la sociedad canadiense no era dual, y que afirmar eso sería menospreciar a la tercera nación (primera en asentamiento) constitutiva de Canadá: la indígena. Esto ocurría en junio de 1990, y al mes siguiente comenzaba en Kanehsetake la última rebelión indígena, la de Oka, en la que por segunda vez en 20 años, se declaró el estado de sitio en Quebec.
El 5 de octubre de 1970, el Front de Libération du Québec (FLQ) secuestraba a J. Cross, diplomático británico. Las reivindicaciones del secuestro pedían la independencia de Quebec, la liberación de 23 presos políticos y la lectura pública de su Manifeste. El día 8, el gobierno autorizaba la difusión pública del documento del FLQ, un texto de inspiración marxista-leninista, que defendía el nacionalismo descolonizador, y que tras reivindicar el espíritu de la rebelión de 1837-38, terminaba con la frase que hizo famosa el General de Gaulle en Montreal en 1967 (antes de ser expulsado de Canadá): Vive le Québec libre!El día 10, el ministro federal de trabajo, P. Laporte, también era secuestrado. El día 16, el Premier canadiense, P. E. Trudeau, declarada el estado de sitio en Quebec. El ejercito federal iniciaba una serie de detenciones “indscriminadas”. En respuesta, el FLQ acabó con la vida de Laporte el dia 17. La crisis terminó el día 3 de diciembre con la liberación de Cross y la huida de sus secuestradores a Cuba (junto con un rescate de un millón de dólares en oro). Pese a que un 87% de la población canadiense apoyó la política del Gobierno, un 50% de la quebequesa la rechazó. La crisis de octubre fue el momento en el que se fragua el asentamiento del PQ, y su la victoria electoral de 1976. Pero con independencia de los desarrollos políticos, la crisis de octubre supuso un shock social: el FLQ no pudo desarrollar su plan de iniciar una sublebación anti-inglesa, y se autodesintegró a lo largo de 1971 en su exilio cubano. Por su parte, el movimiento quequista sufrió una humillación que subsiste hasta hoy en día. G. Miron, el poeta “nacional” de Quebec, encarcelado durante la crisis, no cice en su poema L’Octobre:et toi, Terre de Québec, Mèrre Couragedans ta longue marche, ......nous avons laissé humilier l’intelligence des pèresnous avons laissé la lumière du verbe s’ailir...¿Lengua, cultura o política?Podrá parecer una anécdota, pero en Quebec no existen los McDonald’s. La ley lingüística de 1977 (la 101), prohibía el genitivo sajon en las rotulaciones publicitarias, por lo que la marca de hamburguesas asumía el nombre de McDonald. Igual ocurría con el empaquetado de todos los productos alimenticios, que debía ser bilingüe pero con las letras francesas de doble tamaño a las inglesas. La polémica estaba servida, y la ley de defensa del francés quedaba declarada ilegal por la Constitución de 1982. No obstante, la ley 101 sigue activa, y sus frutos se han hecho sentir: el 70% de francófonos quebequeses de 1975, pasaron a un 80% en 1990, y si en 1977 un 70% de los inmigrantes estudiaban el inglés y no el francés, en 1997 era el 70% el que estudiaba francés y no inglés.Pero más allá de sus efectos estadísticos, la ley de 1977 incluía proyectos de recuperación del jouel (el dialecto francés de la clase obrera de Montreal), del folcklore popular, de tradiciones y fiestas rurales... Con estos proyectos, se ayudó a la activacion de una nueva cultura francoquebequesa. Desde la ley 101, los proyectos de asistencia cultural a la población francófona se multiplicaron, al tiempo que la discriminación historica de lo francés desaparecía, iniciándose una cierta persecución de lo inglés (mediatizada por un sistema judicial federal claramente anglófono).
Aunque parece una contradiccion se habla mas frances que en Francia,aquí se utilizan muchas expresiones genuinamente francesas, a la inversa de lo que ocurre en Francia, donde muchas palabras están siendo reemplazadas por el inglés. Por ejemplo, aquí no se habla de un "Home theater", se utiliza más bien la expresión francesa "cinéma maison"; "Fin de semaine" (fin de semana) será preferida a "Week-end"; "stationnement" (estacionamiento) a "parking"; "toilettes" a "WC"; "faire du magasinage" (ir de compras) a"ir de shopping", "courriel" (correo electrónico) a "email".
Así, la famosa cadena "KFC" (Kentucky Fried Chicken) debió cambiar su nombre por el francés "PFK" es decir Poulet Frit de Kentucky (Pollo frito de Kentucky) ver foto.


Con el giro conservador de los años 80, muchos aspectos de la política cultural del PQ se perdieron entre los ajustes presupuestarios, pero el “renacimiento” cultural quebequés siguió adelante: la sociedad civil se mantuvo en su proyecto de construcción cultural, y en la década de los 90, fue la primera en reaccionar ante la expansión de la globalización y la informatización, que volvían a poner en cuestión la diferencia de Quebec. Un ejemplo, por iniciativa municipal y con el apoyo de numerosas asociaciones ciudadanas, desde los años 70, Montreal (una ciudad con el 40% de anglófonos, otro 40% de francófonos y un 20% de alófonos) inició su proyecto de convertirse en centro cultural de la francofonía americana, un proyecto que a día de hoy es una realidad.La crisis de Oka: el nacionalismo indígenaEn junio de 1990, en medio de la crisis política que siguió al fracaso político del intento de acuerdo constitucional del Lago Meech, los mohawks de Kanehsetake, en el municipio de Oka, levantaban barricadas en defensa de la pineda sagrada y el cementerio sobre los que se pretendía construir la ampliación de un campo de golf. El 10 de junio, la policía provincial de Quebec atacaba las barricadas y se retiraba, dejando a uno de sus oficiales muerto en el tiroteo. Ese mismo día, los mohawks de Kanhawake, en solidaridad con sus hermanos, bloqueaban con más barricadas el Puente Mércier (la principal arteria de comunicación de Montreal), e iniciaban una resistencia que siguió hasta el 26 de septiembre de ese mismo año, fecha en la que el ejercito federal (durante el segundo estado de sitio en Quebec, tras el de 1970), ocupaba y desmantelaba las barricadas.La crisis de Oka no fue un accidente, ni una anécdota. Igual que la década de los 60 supuso el reforzamiento de los nacionalismos canadiensista y quebequés, fue también la década de construcción de un nuevo movimiento indigenista que reclamaba sus derechos históricos, y que se articulaba en dos ejes: el resurgir de la religión “espiritualista” o tradicional, y la organización de las Warriors’ societies, movimiento de jovenes indigenas preocupados por su situación sociopolítica: la marginación total y la reclusión en las reservas.Durante las décadas de 1970 y 1980, el nuevo indigenismo ensayó estrategias legalistas que se hundieron una y otra vez frente a la política federal y un sistema judicial que demostró a las claras su racismo. Esta situación radicalizó el movimiento indigena, que desde finales de los años 80 adquirió un lenguaje cada vez más radical, reividicando la soberania indigena: como dijera el Consejo tribal de los Carrier-Sekani en 1983, “el principio es muy simple. Sólo los pueblos indígenas pueden diseñar sistemas para los indígenas, Cualquier otra cosa es asimilación”.Esta filosofía fue la que llevó a la rebelión de 1990, que pese a su dura represión, al menos consiguió los dos objetivos que buscaba: reivindicar el indígena como el tercer nacionalismo de Canadá-Quebec, y conservar intacta la pineda sagrada de Oka.El Tribunal Supremo y la no conclusión de 1998 Tras el referendum de 1995, y visto el resultado, el Gobierno de Ottawa intentó evitar la posibilidad de una independencia de Quebec a través del referendum. Para ello, el Gobierno Federal envió una serie de preguntas al Tibunal Supremo de Canadá para aclarar si la provincia podía declarar unilateralmente la independencia, y en caso de respuesta afirmativa, que porcentaje de votos era necesario para ello. Este debate político se desarrolló en 1998, y en septiembre de ese año, el Tribunal respondió con la ambigüedad propia de la política canadiense: si la mayoría era suficiente, Ottawa tendría que negociar con Quebec las condiciones de la independencia... ¿Pero cuánto es una mayoría suficiente?El derecho inglés acepta la tradición como ley, y hay un antecedente de referendum soberanista: en 1949, Terranova se incorporó a la Confederación Canadiense tras un referendum en el que el 51% de los electores apoyaron la opcción integracionista... Es decir, alegan los quebequistas, que si un 51% de los votos es “suficiente” para entrar, debe también ser “suficiente” para salir. Con independencia de que en otros puntos se de más razón a Ottawa que a Quebec, el hecho es que el tribunal marca un mínimo que se situa a a sólo un 1’6% del porcentaje independentista de 1995, manteniendo abierta la vía del referendum para la obtención de una posible soberanía de Quebec. En cierto modo, la sentencia de 1998 no cambia la situación previa, e incluso afianza las tesis del PQ, que sigue viendo en el referendum la solución.Por supuesto que esta misma sentencia ha sido utilizada por los canadiensistas de Quebec, que han afirmado que propondrían referenda localer o regionales para independizarse de un Quebec independiente y regresar a Canadá, con lo que una vez más, el panorama no sólo no se aclara sino que en cierto sentido se complica (por ejemplo, en un referendum paralelo celebrado también en 1995, un 85% de los indígenas de Quebec declaró su intención de permanecer en Canadá, se independizase o no Quebec). Pero indiscutiblemente, la defensa de la opción “refederndum” sigue siendo una de las razones más interesantes del modelo nacionalista quebequés, y de aquellos québécoises que creen que un Quebec independiente sería más libre y democrático. La respuesta a todas estas cuestiones (positiva o negativa), quizás llegue en la primera década del siglo XXI, o quizá no, pero la sociedad de Quebec es así... con sus sueños de futuro, con sus pesadillas de pasado, y con sus contradicciones presentes. Au revoir!!...

1 comentario:

Freddy dijo...

Que disparate como aprendiste, ya podes ser profe de historia no?
Saludos